viernes, 14 de enero de 2011

ESPIONAJE, POLÍTICA Y SOCIEDAD

Somos el país de las principalías; no sólo de las coloniales: primer hospital, primera catedral, primera misa, etc., También tenemos una muy moderna como lo el espionaje telefónico que ha crecido en grande a pesar de nuestra pequeñez como país. Resultaría difícil encontrar otro lugar donde ese quehacer se ejerza de manera casi pública y con la impunidad que aquí se practica.

Desde hace años no resulta secreto que algunas personas han convertido en próspero negocio hurgar a través de las intervenciones telefónicas en la privacidad de personajes que tienen proyección pública y poder económico o político. Tan rentable ha resultado esa actividad que ha llegado en los últimos años a convertirse en un servicio de fuerte competencia entre los mercaderes de la denuncia y el chantaje que se reparten el lucrativo negocio en que ha devenido el espionaje telefónico.

Los interventores de teléfonos y la grabación han encontrado un campo fértil debido, en gran parte, a la podredumbre en que se debaten núcleos de sectores dominantes de esta sociedad, como lo son banqueros, empresarios., hombres de negocios y la cúspide de los partidos políticos. Allí, en ese promiscuo y furioso amasijo de intereses grupales ha estado el caldo de cultivo donde los emprendedores señores del espionaje y el tráfico de información confidencial han desarrollado de forma exitosa su actividad, bien respaldada por las autoridades de turno, porque éstas también logran informaciones útiles para sus funciones por aquello de que el gobernante debe estar bien informado, entendido de la forma más baja.

Unos y otros en esos altos niveles han acudido a tales promotores de intimidades para comprar y conocer pestilencias de sus rivales y las debilidades humanas o comportamientos pocos honorables en sus respectivos mundos privados para utilizarlas a su conveniencia. En el vórtice de la pirámide social dominicana, aquejada desde siempre por “la profunda corrupción de la conciencia colectiva”, han estado los gobiernos nacionales, que en sus respectivos ejercicios se han igualado en sus prácticas gubernativas flagrantemente frustrantes para el adecentamiento y el inicio de un verdadero Estado de Derecho.

También ellos han compartido responsabilidad entre sí por la tolerancia y lenidad que han exhibido ante esa excrecencia como es el espionaje, la fisgonería particular, en coexistencia con la oficial, sin que hayan existido las mínimas condiciones políticas y sociales, tanto domésticas como internacionales que podrían justificar el indecente e indecoroso negocio de escuchar y grabar conversaciones privadas.

El éxito del espionaje telefónico entre nosotros, ha descansado claramente en el comportamiento indulgente que le han dispensado todos los gobiernos que hemos tenido en el curso de los últimos treinta y pico de años, a quienes se han dedicado a esa obscena tarea, por encima del mandato constitucional que señala de forma inequívoca su prohibición y violentando las razones éticas que deben mostrar los gobiernos. Sobre esas cuestiones de principios éticos, ha prevalecido la vocación nacional que llevamos tan latente para atender el chisme, la alcahuetería, la denuncia y la delación, lo que nos ha distinguido de forma sobrancera desde que los haitianos nos dejaron la institución del “calié”. Tal vez desde antes. Nada más así se puede entender la impunidad, la ausencia de sanción y de perseguimiento a quienes trafican con esa vergüenza social que constituye el espionaje vulgar que aquí se practica con una ligereza casi deportiva.

En estos días ha resurgido uno de esos esporádicos gritos de histeria denunciando el fisgoneo privado y de la institución oficial encargada de esas labores de “investigación”. Parece que la actividad se ha desbordado o se quiere hacer resaltar ahora, debido a la proximidad de las elecciones.

Pronto se asordinarán las quejas hasta desaparecer y el espionaje, la grabación y arreglos de cintas magnetofónicas seguirá tan diligente como lo ha sido hasta ahora. Y así seguirá quien sabe hasta cuándo, pues los tres partidos de los que saldrá el próximo presidente de la República, han estado comprometidos con esa bajeza pues en sus respectivos ejercicios gubernativos el caliesaje electrónico se ha formado, crecido y desarrollado sin que en ninguno de esos períodos gubernativos se haya mostrado alguna acción oficial para erradicar esa actividad. Por el contrario, la han prohijado para su propio provecho.

11 de noviembre, 1999

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