domingo, 2 de enero de 2011

LA VERDADERA HISTORIA

Todos tenemos por bien sabido que los dominicanos hemos sido renuentes a escribir acerca de nuestras particulares experiencias. Por eso tenemos tan pocas “memorias” de personajes que tuvieron o han tenido protagonismo de excepción en situaciones históricas o hechos trascendentes en la vida nacional.


La Era de Trujillo tal vez no resultaría todavía tan debatida y con pasajes oscuros si algunos de sus actores de primera línea hubiesen dejado para el conocimiento de su pueblo las vivencias que tuvieron en aquella atmósfera tan densa y sofocante que envolvió la república por todo el segundo tercio del siglo que termina.

Sólo en los últimos años algunos participantes en acontecimientos de importancia histórica ocurridos después de la muerte de Trujillo, han tomado la orientadora iniciativa de llevar a la crónica los eventos en que se vieron envueltos, y con esas narraciones han ofrecido un valioso aporte al estudio y análisis de los fenómenos sociales y políticos cuya experiencia conocieron directamente. Esas versiones, necesariamente han ofrecido material para una visión de conjunto más amplia y minuciosa que la que ha podido ofrecer la de estudios tradicional.

Hay otra forma para dar a conocer la historia y es la que narra hechos que no figuran en los voluminosos legajos de las academias. Aquello que Unamuno llamaba intrahistoria. Ocurrencias cotidianas, individualidades que no recogen las crónicas oficiales: pero, en cambio, ofrecen rasgos de identificación que señalan, con más firmeza que la documentación, caracteres de hombres y momentos a veces determinantes en una sociedad. Esto lo vemos ocasionalmente cuando alguien recrea en los periódicos experiencias propias del pasado, que en alguna forma contienen cierto interés histórico

En ediciones recientes de este periódico Hoy, se han publicado tres aportes vivenciales en los que los narradores dejan traslucir distintos sentimientos o emociones de una misma época, mientras enriquecen al lector ofreciéndoles recuerdos de viejos días. El primero de los artículos que nos han servido de marco referencial para esta entrega periodística lo produjo el cordial amigo José Antonio Martínez Rojas, quien escarbó en su alma el doloroso recuerdo del momento en que sufrió su familia el vejamen de la prisión abusiva de doña Pola, su valerosa y estoica madre y la humillación del propio José Antonio junto a sus lindas y delicadas hermanitas, Mary y Esperancita, quienes fueron conminados a presentarse ante el Benefactor, vestiditos de blanco, para luego ser desairados e insultados en público, lacerando para siempre aquellos espíritus infantiles.

A ese artículo que describe la desgarrante experiencia familiar, de la familia Martínez Rojas, siguió otro, refrendado por el señor Ramfis Rafael Trujillo Ricart, hijo del primogénito del dictador, quien defiende con emotividad el calor humano y los principios morales que cobijaron su formación en el hogar de sus abuelos paternos donde se crió. Y, por último, el de la autoría del señor Darío Meléndez, quien describe, enmarcado en valiosos detalles, sus vinculación profesional, por su condición de piloto militar, con el general Trujillo hijo, para al final de su narración reconocer, en un acto que enaltece su hombría de bien que todos le reconocemos, lamentarse porque en determinado momento no tuvo la cortesía de ofrecerle un simple saludo a su ex jefe de aviación, cuando este se hallaba en el exilio, gesto que pudo haber sido una prueba de su agradecimiento por la solícita atención que puso Ramfis, a una petición de su oficial subalterno y así es posible que le evitara la muerte en caso de ser apresado por el Servicio de Inteligencia Militar, por cuyo jefe, el hijo del Generalísimo sentía un odio visceral.

Estos tres artículos, además de las vivencias personales expuestas por sus autores, encierran en sí mismos, aportes confiables acerca de hechos particulares que permiten entrever retazos más íntimos de un momento histórico, por el carácter personal que encierran. Ofrecen, además, mucho de la intrahistoria para encontrar rasgos de la naturaleza humana que los voluminosos libracos de historia no pueden mostrar.

Con frecuencia, se escuchan voces dolerse en cuanto al ocultamiento o silencio que envuelven acontecimientos que desde hace años han debido estar sobradamente desgranados ante el pueblo dominicano. Pero todavía, a pesar de que tanto nos ufanamos de ser un pueblo adulto sociológicamente, tenemos temas y personajes históricos considerados tabúes pues esas “teclas” no deben tocarse. Ojalá, trabajos periodísticos como los que hemos estando comentando se encuentren cada vez con mayor frecuencia. En esas experiencias es donde se encuentra la verdadera historia de los pueblos, como decía un sobresaliente historiador español.


El 24 de mayo 2000

No hay comentarios: