miércoles, 8 de diciembre de 2010

DOCE AÑOS DE BALAGUER

Desde la muerte de Rafael Leonidas Trujillo hasta su propio deceso, ocurrido el l4 de julio del año 2002, Joaquín Balaguer mantuvo una decisiva influencia en la vida del pueblo dominicano. Por cuatro décadas señoreó en el acontecer nacional con abrumadora incidencia. Incluso durante su breve exilio en los Estados Unidos, desde el 7 de marzo de l962 hasta el 28 de junio de l965, su personalidad gravitó con peso por su participación desde allí en la convulsa situación social y política que imperaba en el país.

Los doce años consecutivos que ejerció Joaquín Balaguer la presidencia de la República, es la etapa que hemos recogido en la rigurosa cronología histórica que ahora ofrecemos al público. Su ascenso al poder tuvo como telón de fondo los dramáticos acontecimientos que se fueron acumulando en el país hasta culminar con el cruento levantamiento cívico-militar que se inició el 24 de abril de l965 en la ciudad capital y que fue interrumpido, como todos tenemos por bien sabido, por la segunda intervención militar norteamericana en suelo dominicano en el siglo XX, a cuya sombra inició su mandato presidencial el veterano y sagaz hombre de estado, a partir del l de julio del año l966.

Las pasiones que había generado el conflicto fratricida se encontrabas aún encendidas al momento de su llegada al solio presidencial., razón a la que debe atribuírsele en sus dos primeros períodos gubernativos, gran parte del espíritu retaliador que imperó en el ánimo de los sectores más intolerantes que estuvieron comprometidos en la lucha civil inconclusa, como lo fue la revolución de abril de l9965.

También estuvieron salpicados de lágrimas, y ayes de dolor esos ejercicios de gobierno, porque, en las difíciles circunstancias en que se desenvolvieron, se organizaron en el país aguerridos grupos militantes de la izquierda revolucionaria, comprometidos con el cambio social violento que propugnaban tales grupos. Eso hizo inevitable que entraran en trágicos enfrentamientos con los representantes de un Estado tradicional y conservador y se manifestara la represión oficial y por tal consecuencia, los excesos que generalmente se presentan cuando esos dolorosos momentos llegan con su arrastre de actuaciones extremas cargadas de fanatismo y saña.

Junto a la realidad social y política imperante en aquel momento, hay que consignar que, también contribuyó a las desmesuras que se tradujeron en sangre y luto, que la vida política de la República Dominicana se encontraba atrapada entre las tenazas de la lucha ideológica que enfrentaba a los Estados Unidos y la Unión Soviética, cuyas contradicciones se expresaban en muchos de estos pueblos de latinoamérica por medio de la violencia subversiva de una parte y la represión del Estado por la otra.

Las convulsiones que la conflictiva situación causó en el país, empero, no impidió que esos doce años de gobierno balaguerista fueran de intensa actividad constructiva y por tanto, de gran contribución al desarrollo nacional. La sobria personalidad de este estadista y sus ejecutorias vigorosas se impusieron con resolución. Con tenacidad logró realizar importantes obras nacionales modernizadora que habían quedado pendientes de ejecución desde la muerte de Trujillo., en su mayor parte y les imprimiera su propia dinámica progresista y de modernidad para lograr que el país superara la postración y el desconcierto colectivo a que lo había arrastrado el estado de cosas que imperó en la vida nacional desde la desaparición del dictador hasta el trágico desenlace de la lucha fratricida.

En el lapso de la vida nacional comprendido entre el 1 de julio de l966 y el l6 de agosto de l978, que compendia esta obra de investigación, realizada como un aporte historiográfico, cuando aún ese período gubernativo está sometido a enardecidos juicios; y sobre todo, porque todavía se encuentra “insepulto el cadáver” de quien encarnó la figura cimera y absorbente de ese momento de la historia dominicana, como lo fue Joaquín Balaguer.
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El 22 de octubre de 2003

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