La UASD, como micromundo es un reflejo altamente representativo del macromundo macondiano que es la sociedad dominicana, de manea prevaleciente en el contexto político y gubernamental.
Los desbordes de indisciplina y exigencias, muchas veces desmedidos, que de manera recurrente han acontecido allí por casi cuatro décadas, han sido vistos como el comportamiento díscolo y depredador; exigente y alborotador del estudiantado, por un lado, e ineficaz, tolerante y desentendido de sus autoridades y profesorado. Incluso ha habido momentos en que gobierno y sectores sociales han tenido la firme creencia de que la vieja casa de estudios ha sido un centro de conspiración y criminalidad.
Esa ha sido la fama que ha acumulado el alto centro académico a través de su vida autónoma. Así ha sido interpretado por determinados e importantes sectores, el comportamiento de esa muestra tan elocuente de la sociedad dominicana. Y en ese juicio con mucho de prejuicio, ha existido una buena dosis de verdad. Solo que esos brotes disociadores que ocurren en la UASD, se han querido ver como algo aislado, producto de gente intolerante siempre en búsqueda de sus conveniencias, cuando debemos saber que la razón de tales expresiones es mas ancha y profunda.
De ese proceder desafiante en ese centro de altos estudios, que cuantas veces ocurre recibe las mas encendidas y apasionadas protestas de rechazo público por su indudable secuela de perturbación, hay que buscar su origen en las normas de conducta que han establecido los gobiernos nacionales en este largo tiempo de libertades públicas, en algún momento relativas, en que se ha desenvuelto el país.
En la práctica de estos ejercicios con sus ejemplos ha estado la principal razón y motivo del rechazo a las reglas que debe regir en la comunidad usdiana como centro de estudios superiores del Estado. El ejemplo que ha recibido de forma continuada ese conglomerado, no ha sido de composturas y sobriedad que haya podido servirle de émulo a esa juventud aglomerada en el secular recinto. La obscenidad gubernamental que ha regido los poderes públicos, con el Poder Ejecutivo en primera línea, ha sido la regla maestra para las actividades o levantiscas y protestarias o decaimiento de volun- tades rectoras de esa academia.
El ejercicio del Poder Ejecutivo, con una tradición insensiblemente voraz, despilfarradora, caprichosa, y arbitraria hasta la grosería, empero, ha sido cicatero hasta la avaricia con esa Universidad, y por tanto, no ha podido ser ejemplo para un núcleo nacional tan importante y necesitado de la protección del Estado para incorporarse a una sociedad tecnológica en cuyo umbral se encuentra el país.
El otro poder público como lo son las autoridades legislativas, como cuerpo correspondiente en la conducción del estado formal que somos, no puede arrastrar mayor desprestigio ante la colectividad nacional, acumulado en el curso de los años cada vez con mayor desenfado, como la muestra del festival de Ongs entre sus honorables miembros y no satisfechos con legislar para sí, en ocasiones soliviantan el adormecido ánimo público, con acciones irritantes en extremo, como ocurrió en uno de esos cuerpos congresionales que decidió hacer un multimillonario gasto en la construcción de un club para el solaz de sus membresía, mientras en Gualey se vive en un verdadero infierno insalubre, porque una gran cañada arrastra todo el excremento de un matadero de cerdos que junto a las heces fecales humanas forman un caldo endiablado haciendo irrespirable el ambiente y degradando en extremo la condición humana de esa gente. ¿Se habrá enterado alguno de los cuarenta y tantos diputados capitalinos que representan a esos ciudadanos desesperados, tal como lo recoge con todo su dramatismo el amplio reportaje que hizo este valiente y responsable periódico?
Probablemente no, porque todo el empeño y atención de aquellos representantes del pueblo, ha estado en convertirse en fabricantes de provincias y respaldar los gastos indecentes que hace unas cuantas semanas trascendieron a la opinión pública, pero que, a pesar de la documentación, tal acción que llevó a cabo la presidencia del órgano legislativo recibió la santificación de los jerarcas políticos y la solidaridad de su membresía.
Volviendo a la UASD, resulta ciertamente alentador que la reflexión haya vuelto a ese centro académico para permitir el manejo responsable y dedicado que han mostrado sus autoridades actuales, cuya tarea inmediata persigue borrar la “imagen de mercado” que ofrece el recinto. Hay que saludar con efusión la buena voluntad y esfuerzo que ha demostrado su cuerpo directivo y desearle que logre materializar sus metas, para ver si de manera inversa, porque no debemos olvidar que esta es una “isla al revés”, el micromundo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en un orden de comedimiento, respeto a la sociedad y dedicación estricta a sus deberes, sobre todo, el universo estudiantil, sirve de ejemplo al macromundo de que forma parte, principalmente a los mas responsables: los encargados de la dirección del Estado y los lleva a erradicar de sus funciones el gran mercado tan pestilente como la cañada de Gualey, en que se han desenvuelto los autoridades nacionales por decenios.
28 de julio del año 2000
martes, 7 de diciembre de 2010
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