martes, 7 de diciembre de 2010

Pizarron

Hablar de Arturo Uslar Pietri, es referirse a la “inteligencia mejor organizada y mejor amueblada de todo el siglo XX Venezolano”, si aceptamos el juicio que sobre él emitiera ese otro maestro de las letras que fue el exquisito escritor Miguel Otero Silva.
En su larga y provechosa existencia, don Arturo, a prodigado su vasto y profundo saber de forma generosa y extendida. Ningún conocimiento literario se le ha escapado, la novela, la poesía, los cuentos, el ensayo y el drama lo ha cultivado con un despliegue de galanura y estética que engrandece más todavía su sapiencia impresionante.

Muchos de sus cuentos figuran en las más rigurosas selecciones. En este género me inclino ante la tentación de citar “La lluvia”, en el que sumerge de manera embriagante al lector en un ambiente en el que se percibe la fuerte presencia telúrica, en el marco de esa belleza y fantasía inigualable, que tanto ha sabido expresar el escritor latinoamericano y que él mismo en un momento definiera como “realismo mágico”.

Sus novelas históricas han ocupado un espacio luminoso y “Las lanzas coloradas”, donde el lector se siente cabalgando junto al terrible Boves, abrió las puertas al reconocimiento de la novela latinoamericana en todo el mundo, según expresara hace algunos años otra cumbre de la literatura como lo es Mario Vargas Llosa.

Hace unos cincuenta años que este hombre de excepción, comenzó a escribir para la prensa de manera regular; su labor periodística ha sido desde entonces extensa y diversa. Por medio de sus artículos ha prodigado parte de su saber enciclopédico de manera didáctica, como el pedagogo, el maestro que siempre ha sido este insigne venezolano, que también marcó hito en la difusión de cultura accesible al gran público, durante los años que mantuvo en la televisión de Venezuela su programa “Valores Humanos”,

En su columna “Pizarrón”, a la que acostumbró tantos lectores de periódicos en América Latina, durante la segunda mitad de este siglo que se hunde en el ocaso, sus exposiciones políticas, filosóficas, sociales o culturales, han servido de orientación e iluminación a quienes hemos tenido el privilegio de leerlo y todas sus ponencias han estado revestidas de su hondo sentido humano y de reflexión, aun cuando ha tocado temas con agudas aristas como lo ha sido el empobrecimiento de su patria debido al despilfarro y la poca previsión que han tenido sus gobiernos para el manejo juicioso de la descomunal riqueza que le ha proporcionado el petróleo, algo que ha constituido una vertical preocupación de este estadista, la que ha estado exponiendo con hondo sentido patriótico desde aquellos lejanos años cuarenta cuando acuñó como una consigna de premonición que alertara a sus gobernantes su frase “sembremos el petróleo”

Hemos visto brevísimas pinceladas de los muchos hombres que coinciden en Arturo Uslar Pietri, quien, al decir de Jorge Luís Borges, cuando hizo su presentación con motivo de un galardón que le fue otorgado en el diario “La Prensa” de Buenos Aires, puede proclamar, al igual que Walt Whitman: “Soy amplio y contengo muchedumbres…”

Si dejamos de lado esos “muchos hombres” que hay en él y solo nos quedamos con el articulista, esa única faceta bastaría para que su reconocimiento alcanzara una dimensión estelar en el periodismo latinoamericano. Este maestro de tantos saberes ha ofrecido por ese medio una diversidad abrumadora de temas, todos presentados adecuadamente para el medio de divulgación masivo que es el periódico, o sea para su fácil comprensión por más profunda, compleja o especializada que pudiese haber sido la idea desarrollada, por lo que aquellos lectores que en alguna etapa hemos seguido la publicación de sus trabajos nos hemos enriquecido con sus esplendidas entregas cargadas de sapiencia tan instructivas y expuestas de manera tan claras y rebosantes de sencillez.

don Arturo Uslar Pietri, ha decidido abandonar su labor de columnista “la interrumpe porque ha entrado, inevitablemente., en esa dura etapa de la vida, que es el repliegue”. Su ultimo “Pizarrón” subtitulado “Una larga Jornada”, publicado el sábado 7 de este mes de febrero, en el Listín Diario, trata de esa despedida., ilustrando a sus lectores con la belleza y lozanía característica de su estilo, acerca de la importancia que han tenido los periódicos en el desarrollo de la literatura latinoamericana.

“Durante los cinco años que el vespertino “El Nacional” me concedió el privilegio de cederme un espacio para la publicación regular de artículos, en algún momento escribí acerca de la relación intangible que establece entre el escritor y sus lectores”. Ahora que don Arturo se repliega y “Pizarrón” desaparece, siento que me distancio de un viejo amigo con quien he compartido de manera íntima durante muchos años. Con el retiro de “Pizarrón”, no oculto decir que me inquieta el alma un dejo de tristeza. Por más de veinte años me he asomado a esa ventana de iluminación e ilustración para tratar de fecundar con su savia bienhechora mi espíritu y magro intelecto. Ahora que esa ventana se cierra, me siento como un niño que, fascinado ante la magia bella, diversa y multicolor que le ofrece un prestidigitador, experimenta desazón cuando de repente la
función termina. “Pizarrón”, el amigo al cual tantos le debemos tanto, nos deja.

11 de Febrero 1998,

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