El período de los 12 años de Joaquín Balaguer comprende el interregno de un ejercicio democrático-autoritario tenso, que va desde el l de julio de l966 hasta el l6 de agosto de l978, fecha que forma parte inseparable de la historia contemporánea.
Ese momento ocurrió tras los acontecimientos de la Guerra de Abril de l965, que derivaron en la segunda ocupación norteamericana al territorio nacional. Sobre ese acontecimiento, el historiador Fernando Infante acaba de publicar bajo el sello de “Letra Gráfica”, su tercer libro, titulado “Los doce años de Balaguer, cronología histórica l966-l978”, precedido por la novela “Los viejos días” y su investigación “Trujillo, aproximación al hombre y su tiempo”.
En su obra, Infante recoge, con la tenacidad propia del acucioso investigador, episodios que preferimos sean irrepetibles, a pesar de estar atenazados por la guerra fría y los dos primeros períodos presidenciales del caudillo. En esos años se estableció una persecución contra una izquierda impregnada de la aureola de la confrontación y el martirologio. Cierto que jamás se justificarán los criminales desafueros de la envalentonada cúpula militar sedienta de retaliación y ahíta de riquezas por el peculado.
En su libro, Infante destaca a Balaguer como figura fundamental de ese período, al margen del juicio de investigadores de alguna manera inclinados a una de las partes de los sectores políticos del momento.
El libro recoge, día por día, momentos fundamentales de esa gestión a partir de las publicaciones de prensa y obliga a reconocer el inicio de un proceso democrático-conservador, militarista de equilibrio tenso que, sin denostar la actitud beligerante de la izquierda criolla, matizó niveles de democracia restringida, desarticulación política planificada y prácticas para contrarrestar la competencia partidaria (participación electoral de la oposición legalmente constituida)
Los doce años de Balaguer, amén del imperio de la conflictiva situación, se insertan en el intenso programa de inversión pública tendente a localizar un esquema de desarrollo económico hacia adentro poco redistributivo, conllevando a una movilidad social y económica de nuevos ricos y a la creación de una emergente clase media.
Felicito este nuevo esfuerzo del quehacer intelectual de Fernando Infante por entregarnos un texto para académicos, historiadores y demás interesados en conocer nuestra accidentada historia nacional. Y le invito a seguir adelante rebasando obstáculos.
Listín Diario, el l4 de diciembre de 2003 (artículista invitado)
miércoles, 8 de diciembre de 2010
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